viernes, 30 de agosto de 2013

Mátalos suavemente

Mátalos suavemente (2012), Andrew Dominik

Siguiendo con el cine negro y siguiendo con la repesca de pelis "perdidas" durante la temporada, llegué a ésta producción marcada con ese acento que tanto les gusta a ellos. No me refiero al idioma sino al apelativo de cine indie 100% american style.
Rollo ambiental obviamente más íntimo que en el de cualquier superproducción del género. Aquí todo el presupuesto se lo deben llevar el casting, que es probablemente lo mejor del film. Oportunidad de oro de volver a disfrutar con el trabajo del malogrado James Gandolfini en un corto papel que parecía querer homenajear a su inmortal interpretación como Toni Soprano. No te olvidaremos Jimmy! Curiosamente (nunca casualmente) aparece tb uno de sus inolvidables rivales en dicha serie, tb con un papel demasiado corto como para llegar a disfrutarlo, Vincent Curatola. En cuanto al resto, se agradece recuperar a Ray Liotta, que es un decir, porque los años le han tratado casi tan mal como a su magullado personaje.
Pero la palma se la lleva el señor Brad Pitt, con quien el director ya trabajó en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007). Hay que reconocer que es un pedazo de actor el tío. En una peli de gangsters, con acción (más bien poca) incluida, se las ingenia para bordar un papel sin mover apenas cuatro músculos de la cara. Uno de esos papeles en los que se puede palpar claramente cómo un actor va adquiriendo madurez. Él sí que actúa suavemente, no como otros que confunden el oficio con coleccionar tics ridículos.
El conjunto no es en absoluto memorable, por mucho que los americanos presuman en festivales como Sundance y demás. Como detalle divertido hay varias imágenes a cámara superlenta que dan a algunas escenas de acción un toque interesante. Y hay un intento en el guión de bañarla con un tinte negro vinculado, no al género, sino a la deprimente situación que vive ese país actualmente en muchísimos barrios suburbanos. Sin embargo, no consigue, en mi opinión, llegar a adherirse a la trama principal como para obtener un producto más cohesionado y redondo.

PARA: seguidores de este gran elenco de actores en su registro "negro"
ABSTENERSE: cualquiera ya cansado de violencia y depresión social

martes, 20 de agosto de 2013

Gangster Squad

Gangster Squad (2013), Ruben Fleischer

Todos lo sabemos. El cine comercial es, por encima de todo, un inmenso negocio global. Aun así, hacemos grandes esfuerzos para que se nos olvide constantemente, porque en caso contrario sería menos placentero disfrutar con él a menudo. Lo triste es que haya películas que se empeñen en recordárnoslo. Como siempre, habrá varias lecturas, y la que yo hago de esta peli aspira a compartir en qué detalles veo eso. También está la lectura de que la gran audiencia del cine comercial lo busca específicamente bajo su particular síndrome de Estocolmo, pero dejaremos eso para otro día.
De entrada, aclaro que el cine negro es probablemente mi género favorito, con lo que mi predisposición era más que buena. Pero, un primer síntoma ya delata que aquí había gato encerrado: no la vi cuando se estrenó. A propósito, no leí crítica ni comentario alguno, pero su nula huella popular le confirió un cierto tufillo sospechoso (aunque eso no sea prueba de nada).
Los ingredientes saltan a la vista: peli con presupuesto, puesta en escena bastante cuidada y un casting de lujo. Como siempre, no entraré en detalles sobre su argumento, pero es inevitable citar dos referentes escandalosos en cuanto sale a la luz su planteamiento: Los intocables de Eliott Ness (1987) y L.A. Confidential (1997). Primer golpe, en la frente. Evidentemente, la copia es imposible que supere o se acerque al original y este caso está a millas de ser la excepción. ¿Dónde están los productores con un mínimo de olfato para reconocer y apostar por guiones genuinos?
Pero lo que me llamó más la atención sobre su falta de autenticidad fue su superficialidad. Y éste es el punto más descarado de todos en los que se le ve el plumero a una producción que aspira a ser sólo fachada para pescar espectadores fáciles o ingenuos.
¿A qué me refiero con lo de superficialidad? A personajes con escasa dimensión, profundidad. Algo que está en las antípodas del cine negro o noir 'come il faut'. Si el género auténtico fuese un plato cocinado a fuego lento, esta peli sería probablemente un estofado con los garbanzos crudos.
Tener a tu disposición a actores como Sean Penn, Josh Brolin o Ryan Gosling y convertirlos en meros tópicos planos tiene un triste mérito. Obviamente, no hace falta ni mencionar la falta de sensibilidad con las actrices Mireille Enos (inmensa en la serie The Killing) y Emma Stone.
Ojo! No es que todo esté a la altura de este desacertado aspecto, pero creo sinceramente que pesa demasiado en el conjunto. Como explica muy bien Miguel Machalsky en "El guión cinematográfico. Un viaje azaroso" una historia es, sobretodo, sus personajes. Sin duda es un objetivo azaroso que algunos productores de este género lo descubran. Lo tenemos negro.

PARA: los que confunden grandes producciones con gran cine
ABSTENERSE: gourmets de este género inconfundible

sábado, 17 de agosto de 2013

El atlas de las nubes

El atlas de las nubes (2012), Tom Tykwer, Andy Wachowski y Lana Wachowski

Faraónica producción de los hermanos Wachowski (ahora hermano y hermana). Suele irles bien a este tipo de pelis el adjetivo de "ambiciosa", así que me centraré en todos los puntos que acostumbran a incluirse en dicho objetivo.
Sin discusión, genera un tipo de trailer que (siempre que te guste el género) provoca los obvios ¡Woow!. Aunque hoy en día eso ya no sea garantía de nada, no podemos olvidar que son los padres de Matrix. De todas maneras, la he visto con cierto recelo, dado que pasó sin pena ni gloria por las taquillas y presuponía que había gato encerrado.
La ambición de su producción tampoco es cuestionable. Innumerables escenarios, derroche digital, vestuario y maquillaje carnavalescos, casting generoso, etc.
Pero cuando un proyecto de este tipo se convierte en verdaderamente ambicioso es cuando aspira a calar en la audiencia. Si se da el caso, el éxito comercial o su consideración de peli de culto son sólo cuestión de tiempo. Evidentemente, no ha calado. ¿Porqué? Mi humilde opinión: un guión no tan complejo como parece puede volverse desesperante gracias a un montaje más que desconcertante.
No me quiero llegar a imaginar lo peludas que habrán sido las sesiones de edición de este mastodóntico proyecto de bastante más de dos horas de duración. Sí queda claro al final el sentido, el desarrollo y el desenlace de las diversas historias paralelas que se narran, pero su histriónica estructura lastra demasiado algo tan sencillo y tan crucial como la involucración del espectador en aquello que le están contando.
Dicho sea de paso, tampoco ese guión ayuda especialmente a conmover conciencias, aunque su mensaje no sea tan pobre. Los que me conocen saben hasta qué punto me he alineado con las corrientes que defienden que tú influyes mucho más de lo que crees en todo lo que te ocurre en tu vida. El problema es que para transmitirlo se opta por una ceremoniosidad y una grandilocuencia tan pomposa (y muy yankee) que sientes que te estan tratando de manera bastante ingenua.
Aun así, a aquellos que disfrutamos con la ciencia ficción, supongo que no nos habrá importado gozar con varios planos, secuencias y detalles muy cuidados (genial la raza humana mezcla de blanca y asiática).

PARA: frikis de la ciencia ficción
ABSTENERSE: cualquiera propenso a marearse en viajes algo movidos

viernes, 16 de agosto de 2013

Blue Valentine

Blue Valentine (2010), Derek Cianfrance


Con la "temporada" de visitas semanales al cine ya finiquitada en julio, repasaré en lo que queda de agosto algunas pelis que se quedaron en el tintero en los últimos meses.
Como las casualidades no existen, debe ser una causalidad que esta época de vacaciones tan frecuentemente incómoda para las parejas me haya llevado a dos pelis consecutivas que tocan el tema. Después de la reciente e inolvidable Antes del anochecer (2013), me he topado ahora con este exitoso caso del cine indie americano que tardó en estrenarse aquí.
Es absolutamente inevitable empezar advirtiendo a cualquiera que no la haya visto que se prepare para una buena dosis de amargura, aspereza, acidez o cualquier otra sensación que no sea sinónimo de una placentera degustación.
Podría repetir aquí párrafos enteros del citado último comentario sobre la peli de Richard Linklater en los que describo su acierto para plasmar los nubarrones que una pareja dificilmente evitará en el devenir de su relación. En este caso, el guión nos reserva un extra de amargura al plantear una estructura que ahonda mucho más en una herida que escocerá a más de una pareja. Este innegable acierto narrativo se apoya sobre la base de ir permanentemente contrastando la época en la que se creó la pareja con aquella en la que se destruye. Mientras asistes a la decadéncia patética de la relación, se te recuerda simultáneamente cómo esa misma unión se gestó a base de lo que todos reconocemos como magia. O al revés: mientras descubres cómo se creó algo prometedor no dejan de plantarte delante de la cara que esa química (casi siempre) caduca.
Y como siempre: si tienes un buen guión sólo te faltan buenos actores para obtener algo redondo.
Impecables Ryan Gosling y Michelle Williams en unos papeles que, a sugerencia del director, prepararon juntos durante una convivencia de un mes en una misma casa.
Cierto es, como sugiere Sergi Sanchez de El Pais, que el guión es más benévolo con él, porque lo presenta de manera más empática que a ella, aunque al final haya un giro que cuestione de golpe ese sentimiento nuestro hacia los personajes.
Insisto en que podrá provocar una sensación incómoda de pesimismo alrededor del mundo de la pareja, pero aquí de lo que se habla es de cine y aquí hay tanto como agua en una poderosa tormenta (ya que estamos) de verano.

PARA: coleccionistas de ángulos desde los que abordar los dramas de pareja
ABSTENERSE: fans de las comedias románticas edulcoradas