La caza (2012), Thomas Vinterberg
Hay peliculas con más y menos virtudes. En general, a más virtudes mejor la peli. Es decir, podremos suponer que un film que no esté rodado con peripecias técnicas, que no cuente con destacadísimas interpretaciones, y encima con actores desconocidos, que no tenga apenas música y proveniente de Dinamarca nos dará a entender que se trata de una película para minorías. Error. Error mayúsculo.
No será porque lo diga yo, pero partiendo casi exclusivamente de un guión eficaz y eficiente, a cargo del propio director y de Tobias Lindholm, rodado con una sobriedad exquisita, consigue aprisionar tu corazón en un puño durante la práctica totalidad de su metraje. No se ven películas así.
Ya hacía tiempo que me tentaba, porque se ha ido ganando poco a poco, sin prisas, esa fama de peli imprescindible a base de reconocimientos internacionales. La forma más saludable y genuina de ganar buena reputación. Entre otros, el premio al mejor guión en los European Film Awards. También merece reconocimiento el trabajo de Mads Mikkelsen como protagonista, premiado en Cannes, y al que vimos como villano contra James Bond. Aun así, exceptuando un pequeño caso que mencionaré más tarde, decía que las interpretaciones no llaman la atención porque en general el nivel de los actores es discreto, sin olvidar el hecho de que estamos ante el característico registro escandinavo y al probable deseo del director de no exagerar el drama narrado conteniendo a sus actores.
Hoy más que nunca, no contaré nada sobre su argumento. Como únicas referencias destacaré aspectos del mismo que me parecen sobresalientes, sin revelar nada de la historia. Vivimos en una sociedad tan hipersensibilizada hacia determinados temas (probablemente sin falta de razón) que ante señales puntuales carentes de entidad se provocan auténticos tsunamis que pueden arrasar vidas enteras.
¿Que pasa si luego se aclara todo? Que el daño es irreparable. Como insisto en no revelar nada, tomaré como ejemplo otro tema para ilustrarlo: las noticias que se publican sin fundamento. Nunca meten al periodista entre rejas cuando se han causado verdaderos perjuicios a terceros injustamente.
Las reflexiones que provoca el film seguro que daran lugar a extensos debates entre todos aquellos a los que nos afecta la responsabilidad de educar a los niños y, más aun, supervisar sus influencias y/o lo que pueda estar ocurriendo en sus pequeños y opacos mundos. Cosas de las que somos los causantes en el 99% de los casos.
Por último, me parece justo resaltar, además del guión, 3 aspectos. El primero, la interpretación de la niña. Papel muy secundario pero capital y que merece un premio por el trabajo del director o de quien sea con ella para encontrar el punto perfecto para la historia.
El segundo, un plano. El del cartel de la película, con un primer plano del protagonista. Esa simple pero poderosa mirada escenifica un momento clave del desenlace de la peli y la destaco porque me parece un ejemplo inmejorable de porqué un gran guión no son sólo diálogos (como algun amigo me confesaba creer recientemente).
Y el tercero, la escena final. Cuántas cosas dice en pocos segundos, también sin diálogos, y como portentosamente resume las consecuencias de sucesos como el que se narra.
Simple y llanamente, imprescindible.
PARA: cualquiera mínimamente interesado en tomar conciencia de la sociedad en la que vivimos
ABSTENERSE: los cortos de vista que confunden este tipo de calidad con pelis del montón para TV
Cuánta contención y explosión emocional al mismo tiempo. Sentimientos contrastados, sin necesidad de palabras. Y mucha impotencia... Quin fart de plorar! Elena
ResponderEliminarCiertamente! celebro que coincidamos :-)
EliminarHola putas decirme una peli de carpe diem
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