Django desencadenado (2012), Quentin Tarantino
Cuando tus dos primeras peliculas son aclamadas mundialmente como obras maestras, es casi inevitable que tu carrera haya alcanzado ya su cúspide. Vistos sus posteriores trabajos, creo que Quentin ha escogido el camino cómodo, el de las historias sangrientas que tanto le divierten. Pero se ha olvidado del que le puso en el mapa para siempre: un ingenio envidiable, que no ha sabido igualar ... ni él mismo.
En mi modesta opinión, todo lo que ha venido después de Reservoir dogs (1992) y Pulp Fiction (1994) han sido bandazos con mayor o menor acierto. Casi 20 años en los que sólo se salvan Kill Bill (2003) y Malditos bastardos (2009). Por cierto, hay Kill Bill vol.3 a la vista.
Alguien que ha puesto el listón tan alto, se convierte en su propio enemigo. Django es un western que cumple con las máximas más puras del género y que incluye todos los ingredientes Tarantinescos: personajes llevados al límite, diálogos afilados, música que sólo él sabe encontrar, actores recuperados, humor macabro, acción y, como no, violencia desbordante bañada (literalmente) en charcos de sangre.
El problema es que la edad, la pereza o la combinación de factores que más os apetezca, le han hecho perder lo que le convirtió en único, no por pionero (porque nadie en el mundo ha sabido copiar como él) sino por su forma de combinarlo todo: estructuras imposibles en guiones de una originalidad apabullante.
Esa frescura brilla por su ausencia. Aun así, disfrutamos de selectos ingredientes que, como mínimo, compensan bastante el pago de la entrada. Sin la más mínima duda, tanto los 3 actores principales como su dirección a cargo de Tarantino, son una maravilla. Muy especialmente, un Christoph Waltz en estado de gracia. Aunque su acting recuerda demasiado al nazi de Malditos bastardos, está todavía tan suficientemente poco visto que es un espectáculo contemplarlo. Me atrevo a decir que él solo aguanta la mitad de la peli.
Una peli que se va, del todo injustificadamente, hasta más allá de las 2h30, y que incluye un lamentable cameo del propio Quentin, fatalmente caracterizado y metido con calzador. Caprichos de enfant terrible.
PARA: cualquiera que disfrute con el género, aun salpicado de los tics marca de la casa
ABSTENERSE: los que se sienten incómodos en la butaca con el chubasquero puesto
No hay comentarios:
Publicar un comentario