lunes, 17 de septiembre de 2012

Hara-kiri. Muerte de un samurai

Cartelera:
Hara-kiri. Muerte de un samurai (2011), Takashi Miike


El cine japonés siempre ha dejado una huella muy característica en occidente: historias que repasan episodios muy significativos de su milenaria y tradicional cultura. Ignoro si ellos disfrutan tanto como nosotros con algunas películas, porque a buen seguro más de uno allí considerará que estan ideadas para nosotros.
La que nos ocupa es un remake de la de 1962. Por entonces, ya habian cruzado fronteras algunas de sus obras maestras, pero nada que ver con el mundo globalizado de hoy, como es lógico. La historia que cuenta está llena de simbolismos de la literatura clásica, envuelta en una trama de venganza.
De ésta última se hace cargo un director del nuevo cine espectáculo, que puso los pelos de punta a los puristas cuando se encargó de este remake. Sin embargo, supo salir airoso de la prueba gracias a un estético respeto a la hora de recrear el particular mundo de los samurais.
No voy a entrar en detalles argumentales, como no hago nunca, pero creo que recuperar hoy en día guiones de medio siglo de antigüedad convierte en una quimera cualquier posibilidad de igualar o superar a su antecesora.
En lugar de ello, sí podemos recrearnos en su producción, dirección e interpretación. Y en todas ellas estamos ante una obra impecable. Es un auténtico gustazo bañarse en una atmósfera como la que abarca a esta selectísima comunidad, en un Japón tradicional que se recrean con exquisitas fotografía, dirección de arte, música, sonido y demás facetas de realización.
Mención aparte merecen contadas escenas de una carga dramática superlativa. Las que creo que se llevan la palma son las que tienen lugar en la casa de los samurais. Unas por razón evidente por muchos motivos, y otras por la habilidad del director para combinar aspectos tan peliagudos como la estructura del film y la dirección de actores.
Las que sin embargo quedan, en mi opinión, del todo desfasadas son las que tienen lugar fuera. Pretender alargar situaciones dramáticas clásicas, por emotivas que sean, y que pertenecen más al cine de mediados del siglo XX, no sólo no aporta nada al film, sino que más bien le resta.
Pero si de honor hablamos, este singular director lo salva sin discusión.

PARA: simpatizantes de remakes con gusto sobre films clásicos
ABSTENERSE: los que solo busquen historias clásicas o luchas de espadas

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