viernes, 16 de agosto de 2013

Blue Valentine

Blue Valentine (2010), Derek Cianfrance


Con la "temporada" de visitas semanales al cine ya finiquitada en julio, repasaré en lo que queda de agosto algunas pelis que se quedaron en el tintero en los últimos meses.
Como las casualidades no existen, debe ser una causalidad que esta época de vacaciones tan frecuentemente incómoda para las parejas me haya llevado a dos pelis consecutivas que tocan el tema. Después de la reciente e inolvidable Antes del anochecer (2013), me he topado ahora con este exitoso caso del cine indie americano que tardó en estrenarse aquí.
Es absolutamente inevitable empezar advirtiendo a cualquiera que no la haya visto que se prepare para una buena dosis de amargura, aspereza, acidez o cualquier otra sensación que no sea sinónimo de una placentera degustación.
Podría repetir aquí párrafos enteros del citado último comentario sobre la peli de Richard Linklater en los que describo su acierto para plasmar los nubarrones que una pareja dificilmente evitará en el devenir de su relación. En este caso, el guión nos reserva un extra de amargura al plantear una estructura que ahonda mucho más en una herida que escocerá a más de una pareja. Este innegable acierto narrativo se apoya sobre la base de ir permanentemente contrastando la época en la que se creó la pareja con aquella en la que se destruye. Mientras asistes a la decadéncia patética de la relación, se te recuerda simultáneamente cómo esa misma unión se gestó a base de lo que todos reconocemos como magia. O al revés: mientras descubres cómo se creó algo prometedor no dejan de plantarte delante de la cara que esa química (casi siempre) caduca.
Y como siempre: si tienes un buen guión sólo te faltan buenos actores para obtener algo redondo.
Impecables Ryan Gosling y Michelle Williams en unos papeles que, a sugerencia del director, prepararon juntos durante una convivencia de un mes en una misma casa.
Cierto es, como sugiere Sergi Sanchez de El Pais, que el guión es más benévolo con él, porque lo presenta de manera más empática que a ella, aunque al final haya un giro que cuestione de golpe ese sentimiento nuestro hacia los personajes.
Insisto en que podrá provocar una sensación incómoda de pesimismo alrededor del mundo de la pareja, pero aquí de lo que se habla es de cine y aquí hay tanto como agua en una poderosa tormenta (ya que estamos) de verano.

PARA: coleccionistas de ángulos desde los que abordar los dramas de pareja
ABSTENERSE: fans de las comedias románticas edulcoradas

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