sábado, 25 de agosto de 2012

Carlos

Carlos (2010), Olivier Assayas


Me encantaría saber los entresijos del proyecto que dio lugar a esta película, convertida también en miniserie para la TV. Luego expongo el por qué. Presentada en Cannes 2010, expone una versión de su etapa como terrorista del venezolano Ilich Ramírez Sánchez, conocido mundialmente como Carlos, y desde 1994 cumpliendo cadena perpetua en Francia.
Si hay una cosa clara acerca de la vida de este mediático delincuente es, precisamente, que no está clara. Personaje de una complejísima identidad, ha dado lugar a ríos de tinta, teorías, hipótesis y leyendas urbanas que no han hecho otra cosa que incrementar el misterio sobre sus años de activista contra el "imperialismo occidental". El periódico británico The Guardian lo bautizó con el nombre de Chacal, al encontrarse entre sus pertenencias un ejemplar de la novela de Frederick Forsyth. Y me va que ni pintada la anécdota, porque mientras veía la peli en Filmin ya pensaba en la enorme distancia que separa a ésta y al peliculón basado en dicho libro que firmó Fred Zinemann en 1973. Ya le gustaría al incomprensible director de este film - de trayectoria discreta y con titulos como Paris, je t'aime (2006) - acercarse a la otra, aunque el personaje y los hechos no tengan nada que ver.
Centrándonos en ésta, remarco mi decepción ante el resultado obtenido partiendo de un reto como el de retratar a semejante personaje. El principal motivo es que en ningún momento, entre sus más de dos horas y media de duración, se profundiza verdaderamente en él. Parece mentira pero es así. Ningún tipo de estilo sugerente. Hechos y sólo hechos. No digo que no sean interesantes, dado el clima político de guerra fría durante las décadas de los 70 y los 80. Pero, resulta inverosímil que un guión cinematográfico que aborde esta figura no intente descifrar (aunque sea con ilimitada licencia para la ficción) cómo nacen, crecen, se desarrollan y evolucionan los motivos y la personalidad del citado protagonista.
Un dato sobre el guión refleja esa falta de savoir faire para provocar un mayor interés en el espectador sobre éste prófugo francés. Por un lado, apenas hay escenas en las que el susodicho aparezca sólo, en actitud reflexiva, o que revelen su pensamiento. Por otro, tampoco las hay casi en las que él no aparezca y se genere, mediante conversaciones de los relacionados con él, ese halo especial alrededor del hombre que tenía en vilo a varios países.
Por seguir con el guión, decide con una aburrida originalidad describir los hechos cronológicamente. No tengo nada en contra ante tan lícito recurso, ni mucho menos, pero a falta de profundidad en el dibujo del personaje podría al menos haber jugado más con la narrativa, cuando la historia, las numerosas localizaciones y los diversos personajes le daban ingredientes de sobra para ello.
Me han gustado detalles como la caracterización del protagonista durante los más de 20 años que cubre de su vida, punto que raras veces se aborda como merece en el cine. Y también la fidelidad a las numerosas lenguas habladas por el protagonista en la versión original.
Como decía en la primera frase, y observando el conjunto, el sabor final que me deja es de que haya gato encerrado: un director inapropiado, un guión burdo, muchos hechos omitidos y poca profundización en el protagonista. En un mundo tan hiperpolitizado como en el que vivimos, no me extrañaría nada que algo raro hubiese en su propósito.
Como anécdota final la breve carta que el verdadero Carlos escribió, ya desde la cárcel, al actor venezolano que lo encarna en la peli: contiene más chicha que el propio film.

PARA: interesados en repasar algunos de los conflictos oriente-occidente de finales del s.XX
ABSTENERSE: los que adoran el cine por lo que sugiere en lugar de por lo que muestra



No hay comentarios:

Publicar un comentario