jueves, 1 de marzo de 2012

Entrevista a Rodrigo Cortés

Entrevista a Rodrigo Cortés, director de Luces Rojas, para LA FINESTRA DIGITAL

 
Viendo tus tres largometrajes, ¿qué es lo que te atrae tanto como para convertirte en ese sustantivo que tanto te gusta, victimario, sobre unos protagonistas llevados al límite?

Pues es una buena pregunta y complicada también. No hay una decisión consciente. Imagino que tiene que ver con el hecho de que mis personajes desean tener acceso a una realidad, un conocimiento, una sabiduría o una verdad. Y tengo la percepción personal de que ese camino nunca es sencillo. Siempre es tortuoso y complejo. En general, para tener acceso a algo y nacer de nuevo uno tiene, de alguna manera, que morir previamente. No hay nunca una autopista de 10 carriles hacia el conocimiento sino un camino tortuoso lleno de obstáculos.

Buried (Enterrado) te dio la oportunidad de poder escoger. ¿Por qué este tema ahora y no antes? ¿Es por el presupuesto que requiere?

En realidad es un guión escrito previamente. Es un proyecto en el que ya trabajábamos Adrián Guerra, mi socio de producción, y yo, encontrándonos con muchas dificultades ante una historia de esa ambición narrativa y presupuestaria. Aunque conseguimos avanzar mucho, llegó un momento en que todas las fases estaban deseando que otra persona se incorporara para ser quien diese el siguiente paso. Cuando apareció Buried me consumió absolutamente, por la necesidad obsesiva de realizar algo inédito e insensato, y después sencillamente lo retomamos donde lo habíamos dejado. De manera que no se siguió ningún planteamiento especulativo sobre qué era lo conveniente después de hacer Buried, sino ver la posibilidad de acercarnos al proyecto que estábamos moviendo antes.

¿Qué tal la experiencia de haber podido realizar Luces Rojas con este elenco de artistas? ¿Es tan ideal como aparenta ser más allá de su idoneidad comercial?

El cartel de la película demuestra la existencia de lo paranormal sin ninguna duda, porque no hay nada que lo explique. Cada vez que lo miro y veo esos rostros pienso en quién debe haber dirigido esa película y porqué tengo yo el poster en mi casa. Es complicado. Al fin y al cabo ha sido una acumulación de trabajo brutal durante estos dos años, sin un solo día de descanso y ni siquiera tengo la distancia y la perspectiva necesaria para evaluar y destilar lo que he vivido. Solo te diré que todo parte de una tendencia a no autolimitarme, porque la realidad tiende a hacerlo con plena solvencia sin necesidad de ningún tipo de ayuda. Así que cuando tienes unos personajes debes pensar en los personajes idóneos para encarnarlos. Siendo muy consciente de que si tienes una lista de 10 por puesto seguramente será el número 7 el que diga que sí. Entonces tienes 2 opciones: o empiezas directamente por el 7, con sentido común, o empiezas por el 1 y que sea él quien te diga que no. Y nos encontramos con que los 3 números 1 tuvieron una reacción muy poderosa ante el guión. Así que, tras organizarles pases privados de Buried, muy pocas semanas después teníamos sendas reuniones, en Sicilia con De Niro, en Nueva York con Sigourney y en Londres con Cillian, en las que nos llevó poco más de 45 minutos decidir que estábamos en la misma nave. Si me preguntas cómo sucedió, mi respuesta es que no tengo ni la más remota idea.

¿Con qué te quedarás de todo ello? ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de su trabajo más allá de los tópicos como del que defiende lo callado que es De Niro?

Bueno, todo te sorprende si no esperas nada concreto. Es como me planteo las cosas. Son lecciones constantes, pero que suceden en cualquier rodaje. Es lo más parecido a ir a la guerra: hay muy poco espacio para el placer. Debes aportar soluciones constantes a problemas constantes. Y muchas veces, verdaderamente, lo más enriquecedor es pasar por esa guerra y salir vivo de allí. Generalmente, sentir que has crecido de alguna manera al enfrentarte a desafíos nuevos. Por otro lado, en tu búsqueda de un próximo proyecto siempre estás buscando algo así. Algo que te asuste un poco, que no controles del todo, que no estés seguro de que puedes hacer. Es esa sensación de vértigo, cuando tu cuerpo te pide lo contrario. Es lo que te estimula y que te permite abordar cosas que te dan miedo para borrar esos límites y descubrir otros nuevos.

Pues en esta guerra tus soldados han hablado muy bien de ti, atendiendo a entrevistas publicadas con De Niro y Cillian Murphy. ¿Qué les has dado?

Pues no lo sé. Yo mismo, cuando leo estas respuestas me siento muy gratificado pero sorprendido, en el sentido de que esto no formó parte de nuestras conversaciones de trabajo. Tú solamente tratas de abordar cada escena tratando de convertir a cada escena en la mejor versión posible de sí misma. Imagino que si algo hago con los actores primero es tratar de convertirme en una especie de detector de mentiras, de manera que tratas de no aceptar cualquier cosa que no sea verdadera, y sí de generar en cada situación las condiciones para generar momentos de verdad. Imagino que si ellos perciben que puedes diferenciarlo, a partir de ese momento para ellos es mucho más sencillo confiar. Un actor quiere, por encima de todo, confiar en su director. Si siente que tiene esa confianza saldrá de la zona segura porque sabrá que está protegido y nadie le permitirá hacer el ridículo.

Más allá de todas las distancias físicas imaginables, ¿cómo compararías el rodaje con el de Buried? ¿Hay algún nexo común?

Creo que son muy parecidos. El reto de Buried era hacer un thriller en una caja y el de Luces Rojas era hacerlo fuera de ella. Es lo mismo. La caja no es lo importante. Igual que no es importante la ciudad del medio oeste en la que sucede Luces Rojas. Sí lo es guiar al espectador emocional y narrativamente. Es decir, gestionar las emociones del espectador y su percepción de la historia para conseguir que cada escena impacte en él de la manera más contundente posible. Da igual que tengas un actor ó 70, una ciudad inacabable o una selva tropical. En el fondo es indiferente. Solo hay una diferencia de escala. Al final, como los problemas, una vez desglosados, deben abordarse de uno en uno, solamente acabas antes o después de resolverlos. La mecánica es parecida.

En esta ocasión firmas guión, dirección y montaje. ¿Dónde has disfrutado más creando? ¿Antes, durante o después del rodaje?

Las partes más placenteras aparecen siempre en la escritura y en el montaje. Principalmente, en el montaje. Aunque cada vez se hace menos placentero porque siempre hay una presión de tiempo que impide que uno tenga la sensación de estar construyendo algo sin límites, sin un taxímetro y un tic tac constante. En ese sentido, cuando aumenta la presión el placer se va reduciendo. Desde luego, donde nunca hay placer es en el rodaje. Eso sin ninguna duda.

De cara a un próximo proyecto, ¿vas hacia una película de 70 actores o nuevamente de 1?

En realidad es ahora cuando por primera vez en muchas semanas empiezo a sentir que tengo espacio en mi cerebro para rellenarlo con algo. En cuanto acabe la promoción de la película me convertiré en una especie de buscador del grial, tratando de rellenar ese hueco.

Por último, asistimos a una tendencia de directores de aquí con experiencias internacionales. Además del tuyo, casos como el de Juan Carlos Fresnadillo con Intruders, o Juan Antonio Bayona con Lo imposible, en los que habéis rodado, dentro o fuera del país, pero en inglés y con estrellas mundialmente conocidas. ¿Qué ha cambiado? ¿Asistimos a un salto de talento o es fruto de la globalización?

Yo sospecho que el mundo se ha convertido en un lugar más pequeño, con distancias más cortas y más accesible. Y sin duda, el hecho de que sea para nosotros más fácil cruzar la línea tiene mucho que ver con los que la cruzaron antes que nosotros, con mucha más dificultad. Pero la superaron el suficiente número de veces como para desdibujarla más y borrarla, hacerla más accesible. No creo que haya una diferencia de talento. Quizás sí de lenguaje a un determinado nivel, en el sentido de que nos formamos con una educación audiovisual que imagino que hace que unas determinadas formas sean más internacionales y más exportables. Pero no creo que se deba a una condición de talento. Sería absurdo pensar que de repente ha aparecido una generación más dotada en términos de talento que la anterior. Eso imagino que significativamente no se sostiene. Al final somos todos herederos de las condiciones que nos han legado los que estaban antes que nosotros.


Ver el comentario de la película.

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