martes, 24 de septiembre de 2013

Rush

Rush (2013), Ron Howard


Seguramente, a todos nos vendrán a la cabeza pelis que recreen hechos pasados con una fiel representación de la supuesta realidad. En esta ocasión nos vamos al mundo de la fórmula 1 de los años 70. Uno ya espera asistir a un film con la espectacularidad de producciones propias de nuestros días, pero lo que sorprende es que parezca partir de imágenes rodadas hace 40 años.
Intentando emular la aceleración de estas máquinas iré de menos a más comentando sus notables y numerosos aciertos.
Como no puede ser de otra manera, la música juega un papel destacado, en este caso a cargo del hiperespecialista en megaproducciones, Hans Zimmer. Es tan identificable su música, que empieza a restarle originalidad a los films donde interviene. No es que sea mala, porque cumple su papel, pero atendiendo sólo a ella uno ya no sabe si está viendo a Batman, al llanero solitario o a Kung fu panda.
El guión también cumple, porque se dedica a seguir un canon infalible en este tipo de biopics: una extrema rivalidad entre dos gallitos. Su mayor mérito es el ritmo. Las escenas fuera de los circuitos no afectan al pulso del conjunto como podría haber ocurrido. También es mérito del texto la presencia de 2 buenos personajes principales, bien balanceados, bien dosificados y bien interpretados.
Al hilo del trabajo de los actores, Daniel Brühl hace probablemente el mejor papel de su carrera, clavando el look y, sobretodo, la voz de Niki Lauda. Tampoco está nada mal Chris Hemsworth dándole la réplica en la piel del guaperas James Hunt.
Vamos acelerando. Palabras mayores el impresionante acierto de su dirección de arte y de sus aspectos técnicos. Durante el visionado se podría confeccionar una innumerable lista de detalles que considero que elevan al film a la categoría de peli de culto. Este director experto en éxitos de taquilla del cine americano más comercial ha tenido la portentosa habilidad de rodearse de un equipo de profesionales verdaderamente deslumbrante. Maquillaje, soberbio. Vestuario, exquisito. Decorados, impecables. Montaje, redondo. Aunque si me he de quedar con un aspecto técnico sería el de la fotografía. Es mucho más que sorprendente cómo consiguen recrear una textura en pantalla y una luz que nos situan en esa época con una fidelidad asombrosa. 
Y para fidelidad, otro aspecto que nos deja helados a los que no tenemos recuerdos de esos escenarios son los inacabables riesgos físicos que corrían tanto los pilotos como el personal que se agolpaba a lado y lado del asfalto en los circuitos. Vaya panda de inconscientes. ¡Pone los pelos de punta!.
Ya a plena aceleración, hay un apartado que pone un acento al film, sin el cual, obviamente, el resultado no sería el mismo. Un aspecto que muchísima gente se perderá si espera a ver la peli en casa: su impresionante sonido. Si no se escucha a toda leche no se vive igual. Pero es que hasta en este punto no han descuidado el detalle de reproducir los enlatados rugidos de los bólidos de esa época, que no tienen nada que ver con los actuales reyes de la velocidad. Insisto en que ningún vecino tendrá en la vida la tolerancia necesaria para respetar los decibélios a los que hay que vivir esta experiencia.
Para acabar, ignoro cuánto se ha fantaseado sobre lo vivido por los dos protagonistas en esta adaptación, pero dispone de suficientes hechos reales como para añadir ese genuino aroma de historia auténtica que nunca tendrá la ficción absoluta. En emotividad no puede alcanzar al inolvidable documental sobre Senna (2010), pero se trata sin duda de un espectáculo de aquellos por los que podemos estar convencidos de que el cine, en sala de cine, nunca morirá.

PARA: aficionados al cine adrenalínico en su versión de mayor calidad
ABSTENERSE: espectadores con marcapasos

No hay comentarios:

Publicar un comentario