Cartelera:
La dama de hierro (2011), Phyllida Lloyd
Lo de esta señora no tiene palabras. Qué animal. ¿Cómo se puede transformar una y otra vez de esta manera? En esta ocasión podemos afirmar sin rubor que ha alcanzado la cúspide que su profesión anhela. Se hace difícil de imaginar una caracterización e interpretación de mayor nivel.
La verdad es que, con los matices que comentaremos, la peli no me ha defraudado. Cuando asistimos a ver este tipo de biopics podemos imaginar con poco margen de error lo que vamos a encontrarnos: una sucesión de situaciones y acontecimientos que pretenden resumir (tarea complicada) la vida de celebridades que podrian llenar perfectamente una serie de tv. El lucimiento de Meryl Streep no por esperado es menos espectacular. Bien acompañada en la figura de su marido por un siempre agradecido de ver Jim Broadbent.
Lo que en mi opinión llama la atención es el metraje del film. Normalmente, por ser excesivo, pero en esta ocasión es al revés. No se acaba de entender porqué pasa tan fugazmente por hechos de vital importancia en su carrera política, como son su ascensión y su caída. Por contra, se detiene con un repetitivo detalle en su época actual. Original no es, huelga decirlo. De hecho parece como si el guión quisiese sorprender mostrándonos el imperecedero carácter de esta mujer histórica aun en el ocaso de sus días, afectada incluso por una demencia senil. Sí es un acierto en cuanto nos acerca de una forma más sincera a su esfera más íntima. Y es de admirar que la caracterización y el trabajo de Meryl impresionan si cabe aún más. Sin embargo, no se acaba encontrando justificación para dicho detenimiento, sabiendo que ello nos ha privado de profundizar más en mil interioridades de su mandato.
No le busquemos virtudes artísticas a la película. Disfrutemos, simplemente, con el trabajo de una dama del cine.
PARA: cualquiera que quiera descubrir qué es una interpretación camaleónica.
ABSTENERSE: los que se conformarían con la versión doblada
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